En el mundo occidental se ha venido imponiendo un tipo de directivo, al que quiero calificar de tóxico, que en absoluto genera valor para la empresa que le contrató.
La mayoría de ellos se formó en las escuelas de negocios de los años 80, y vio un montón de películas de Wall Street (moda en la época). Su ideario viene alimentado de mantras muy repetidos en la sociedad post guerra fría, como "triunfar", "ganador-perdedor" y moralina de esa especie. Sus ìdolos de entonces fueron algunos banqueros que han pasado por la trena, o millonarios americanos peinados de manera muy hortera.
El modo de operación que rige su escuela es el de la reducción de costes. El muy abundante directivo tóxico no crea riqueza, es incapaz de generar nada, y cuadra sus balances a base de recortar costes. Las operaciones arriesgadas que impliquen la puesta en juego de algo para crear algo no van con él, le dan miedo. Su aprendizaje le dejó muy claro que para sacar 4 de 10 es más fácil hacerlo recortando 6 que buscando la manera de conseguir 14. Es lógico, se formó en una época en la que el triunfo de Occidente en la Guerra Fría, y la asunción del mercado como único sistema económico viable impulsó la liberalización de todo, lo que viene a fin de cuentas a ser tratar de fabricar o conseguir las mismas cosas más baratas, o sea a menor coste.
Así que puestos en la tesitura más fácil de la historia a la hora de gestionar empresas: gastar poco, como hacían las abuelas y no arriesgar, se posibilitó que accedieran a los puestos directivos la mayor colección de mediocres de la historia del negocio. Olvídense de míticos gestores que sentían las empresaas como suyas, y de creadores de riqueza, implicados en la obra económica, social y patriótica que supone gestionar una gran firma. No, los de hoy son medianías, chicos que en otra época andarían haciendo fotocopias, pero ahí están, y su desafortunada conjunción con otra mediocridad (los políticos de los últimos 25 años) nos ha traído a esta crisis que vivimos, y de la que ellos, curiosamente van a acabar saliendo indemnes...¡y forrados!
Este tipo de directivo suele tener un talante eminentemente financiero, y como sólo entiende de números, no vacila a la hora de emprender operaciones que puedan arrojar cifras favorables. A la hora de decidir entrar en ese juego, raramente para a pensar que lo que suele estar en el tapete son valores intangibles que garantizan el futuro y viabilidad de la empresa. Da lo mismo, para el directivo tóxico lo importante es la inmediatez, el cortoplacismo y dos palabras que rigen su vida "profesional": bonus e indemnizaciòn. El primero se consigue a base de lograr que unos números cuadren, da igual cómo; la segunda es vital, porque supone cuánta pasta va a llevarse el directivo tóxico el día que, demostrada su incompetencia, la empresa rescinda su contrato.
Por supuesto, el empleado no existe para este directivo; el empleado es un mal necesario cuyo "coste" hay que abaratar a toda costa, ya sea mediante la amenaza de despidos masivos, su sustitución constante por otro más "barato" o la rebaja de la formación requerida para acceder al puesto de trabajo. Da igual, el caso es conseguir mano de obra que, por un lado, cueste poco (dé el servicio al cliente que dé, eso es poco importante) y cuya precariedad laboral sea tal que le imposibilite protestar por su situación.
Iberia (¡se me olvidaba que este blog va de Iberia!) tiene directivos tóxicos. Pasemos a verlos.
Antes de nada he de decir que esta humilde bloguera carece de tiempo y medios para hacer un perfil de muchos directivos tóxicos de Iberia (porque no sé si saben que Iberia tiene 125 directivos, más que aviones) pero espero que no se me enfaden, y que entiendan que sólo he encontrado tiempo para algunos de ellos.
En general su caradura no tiene límites, porque mientras piden congelaciones salariales, firman convenios austeros y amenazan a sus empleados con los males del infierno si no se aprietan el cinturón, ellos hacen esto:
http://tinyurl.com/3e9246d
No acaba ahí la cosa, ahora, después de firmar convenios con casi todos sus trabajadores, proponen la creación de una nueva compañía que, a pesar de usar los medios de Iberia, no contratará a ningún empleado de la compañía, y los traerán todos de fuera. Es decir, en la práctica sustituirán a los empleados de Iberia por otros.
Son muy tóxicos, porque dan todo el perfil:
-Anulan la motivación por progresar del trabajador, porque le están diciendo que le rechazan para el nuevo proyecto.
- Ignoran la experiencia y formación del trabajador, porque piensan sustituirlo por otro para labores que podría hacer.
-Insisten en un plan ya probado con anterioridad tantas veces como fracasado: externalizar los vuelos de Iberia, sabiendo que acabará costando mucho dinero a la empresa y le hará perder todo su peso en la fusionada IAG, y en las decisiones que se tomen dentro de ella.
- Faltan a la lealtad con sus empleados, a los que firmaron acuerdos que prohíben la creación de esa compañía, pero que ahora se pasan por el forro.
Hay muchos tóxicos entre los 125 directivos de esta Iberia superpoblada de altos despachos, pero quiero fijarme en uno, el que viene siendo brazo ejecutor del plan final:
RAFAEL SANCHEZ LOZANO, CONSEJERO DELEGADO
Este sí es un directivo tóxico clásico. Hombre de poca capacidad gestora, escasa visión de negocio (luego explicamos por qué) y muy pagado de sí mismo. Acostumbra a amenazar en las negociaciones con sus empleados con desprecio y lenguaje agresivo, marchándose de ellas dando portazos en ocasiones. Su currículum, a grandes rasgos:
http://tinyurl.com/6ob3sdb
Pero de sus logros se sabe poco. Así como Antonio Vázquez tiene en su haber las muescas de alguna empresa desmontada (o sea, de alguna misión cumplida) a éste otro no se le conoce más que la habilidad o suerte de pasar por donde se rifa algo gordo llevando muchas papeletas.
En su etapa como Director de Negocio de Fusiones y Adquisiciones de Caja Madrid, la entidad adquirió el City National Bank of Florida, tremendo fiasco de adquisición que le costó una fortuna a la Caja, y del que acabó desprendiéndose finalmente perdiendo una millonada:
http://tinyurl.com/7plycvv
http://tinyurl.com/7h7sy5v
Un crack, vamos.
A este auténtico lince de la gestión, después de su gatillazo en Florida, es a quien le han dado el cargo de Consejero Delegado de Iberia. Y es el problema que tiene muchas veces la gente competente: que los incompetentes les roban los cargos por estar dispuestos a hacer lo que los competentes no harían jamás por ética y profesionalidad.
¿Y qué va a hacer el Sr. Sánchez Lozano? Pues montar una empresa, Iberia Express, que no es buena para Iberia, como él ya sabe. Que no es legal por no respetar el convenio colectivo con los pilotos como él ya sabe. Que será otro experimento de 200 millones de euros enterrados como lo fue Clickair, y él y sabe. Pero le da igual.
¿Por qué le da igual? Porque el sirve a los intereses de British Airways que quiere tomar el control de la fusionada y el cuasimonopolio de uso de la T4 de Barajas y para ello necesita una Iberia más pequeña, reducida, poco eficiente, de la que Iberia Express (y el tóxico directivo lo sabe) es el primer ladrillo.
¿Y a cambio de qué va a hacer esto el tóxico Consejero Delegado?
Pues pulsen el siguiente enlace , y busquen la frase "four times his current base salary", y descubrirán que a D. Rafael le han firmado una indemnización por cese de 4 veces su salario anual. Es curioso, ningún directivo de British en IAG tiene esa indeminización, ni siquiera en el mundo de los directivos tóxicos es común encontrar indemnizaciones por cese que superen el año de salario, pero aquí si se hace.
Es evidente que esos cuatro años, ese 1,168.000 euros que le darán a D. Rafael cuando abandone Iberia, no es una indemnización, es un pago a los servicios prestados: los servicios de trocear Iberia y servirla a los ingleses de British junto con la T4 de Barajas que tanto dinero nos ha costado a los españoles.